Invisible como el viento (o La Trapecista Cobarde)

En los inamovibles surcos de la rima
quisiera yo tejerte letras
que sólo tú entendieras,
que provoquen tu invisible sonrisa.

No, las sílabas no empieces a contar,
que la métrica me aprisiona
para describirte la boca
labios, comisura, lengua, ¡y ya no más!

Palabras tontas, insultantemente
escasas e incompletas, sosas,
en las que entretengo el coma,
sopor de estar inerte, por no tenerte.

Que cómo transcurren mis días…
los invierto en adivinarte,
abracadabra, y es martes.
Viernes, vienen tus letras, esencia mía.

¿Lo ves? Amoldarme a la consonancia
rebaja todo lo que quería decir
limita lo que sale para ti,
se queda dentro, y tú en la ignorancia.

Que de saltar de verso a estrofa
se me escapa el empuje
por decirte lo que huye
y… ¡voilá! voltereta caprichosa,

de un brinco, de estrofa a párrafo,
se estira el bucle
la magia se diluye
como ilusión, como en un ocaso

se desvanece la tarde, en la levedad,
donde se deshilacha
lo que yo creo y mata
el sentido común; lo que la realidad

niega, reprime, maltrata… que de noche
estás demasiado ausente,
y aunque nunca presente,
de noche la Verdad es un derroche

de franqueza, sí, QUE NO ESTÁS,
mayúsculo tu vacío,
y hace mucho frío
ahí fuera, pero aquí, sin ti, más.

Perdóname este atrevimiento,
de quererte impresionar
sé que ha quedado fatal…
…sshhh sigamos escuchando
[el viento.

martes, 3 de noviembre de 2009 a las 5:58 p. m.

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