Silencio

En el silencio no absoluto, sino el que está contenido entre dos paréntesis, cada uno de ellos representando a un cuerpo. En el silencio, pues, creado a conciencia, con premeditación y alevosía, ideado para escuchar el palpitar de corazones. Un silencio impuro, claro está, porque en él caben los pequeños susurros, los roces, el minúsculo decibelio producido por una caricia, o esa ausencia de todo lo que molesta, pero no de lo que acompaña… un silencio recogido por una suave melodía de fondo, una voz que habla de amor, que no pretende ser protagonista de lo que presencia, sino una buena compañera de reparto, entre suspiros acotados por el amor. Hay un silencio que el ruido no lo altera, si son todos los sonidos provocados por el amor. Sonidos íntimos, que tanto apuro me da sacarlos a la luz… mejor dejémoslos en esa oscuridad en la que se refugian, la de la noche, sobrenadando en la tranquilidad de los que tienen toda una madrugada por delante para disfrutarse. Ronroneos de placer, besos, palabras que apremian, que abrazan. El silencio que más que enmudecer, alienta a dialogar intensamente con las miradas. El silencio más implacable, ése que nos hace callar.
Sé que no debería excusarme por escribir así, pero llevo tanto tiempo sin hablar de amor, que no sé si el propio Amor se sentirá ultrajado por atreverme yo a nombrarlo con sus silencios.

miércoles, 28 de octubre de 2009 a las 11:39 a. m.

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