Ya sabía lo que había. Lo supo en el primer momento que se comienza a sangrar. Le dijeron que se podría estudiar, que habría que tratar, que existía la posibilid... Lo siguiente se amortiguó en un sordo murmullo lejano, mientras se miraba la tripa.
Siguió viviendo con una verdad interna, como una manzana mordida, envenenada y que se sirve para pudrir. Algo dentro de ella le estrechaba el paso de la vida, algo sutil, que le oprimía y ahogaba en silencio. Rumiaba lo que no se hizo y se pudo. Rumiando logró no obstruirse, con sensaciones amargas que no digirió, deseos no dirigidos que volvían siempre al presente, sin superar ni defecar.
Desear lo que tienes, tener lo que deseas. Cuando esa máxima confluyó, descansó en paz.
Siguió viviendo con una verdad interna, como una manzana mordida, envenenada y que se sirve para pudrir. Algo dentro de ella le estrechaba el paso de la vida, algo sutil, que le oprimía y ahogaba en silencio. Rumiaba lo que no se hizo y se pudo. Rumiando logró no obstruirse, con sensaciones amargas que no digirió, deseos no dirigidos que volvían siempre al presente, sin superar ni defecar.
Desear lo que tienes, tener lo que deseas. Cuando esa máxima confluyó, descansó en paz.