Autumn leaves...
Decidió tomárselo con calma. Le faltaba una taza de café humeante para alcanzar lo cinematográfico. Se sentó próxima a la ventana, a disfrutar de la misma inclemencia que la sitiaba en casa y frente al calefactor, una tormenta, pesada por lo prolongada que se estaba haciendo, como una visita incordiosa, generosa en rayos y truenos, florida, estruendosa, que rompía un jazz estandarizado de fondo. Vale que le gustaban las tormentas aparatosas, pero esa noche le apetecía pizza y besos.
Al espectáculo lumínico, le acompañaban los reflejos de las luces urgentes de una ambulancia, multiplicados en su escándalo por lo mojadas que estaban las superficies.
Había llovido, desde la última vez que hundía letras en el papel de pensar. De sólo repasar a grosso modo todo lo que había cambiado todo, le invadía el vértigo de no reconocer el presente, y se le quebraba la voz interior y las líneas seguras de su caligrafía, como rayos por el cielo, dividiendo en un antes y un después el tiempo.
Todo parecía rebotar más de lo habitual, y un solo hecho se reproducía en cientos, como las luces en reflejos, los sonidos en ecos, las imágenes en recuerdos, el calor en abrasador, las ganas en ansiedad, las gotas en infinitas al romperse contra el suelo, y yo, o ella, se sumaba entre corchetes cada día que pasaba, nada coherente, cada jornada con una identidad diferente, un concepto nuevo una letra para cada sumando 3a + 11b + 1c + 4d… qué imposible llegar a conocerse así (myself, yourself…, reflexivo en su totalidad), álgebra complicada para quien siente no saber nada.
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4 Comments to "Paréntesis tormentoso"