La comitiva funeraria pasaba como una sombra negra de silencio. Todo, la vida y también la muerte, Todo pasaba bajo mi balcón. Yo, de igual manera, debía seguir predicada a mis letras subrayadas y continuar el estudio.
Exhalé lo que surgió por inspiración, y la inspiración misma la coloqué como brazalete negro de mi condolencia, no con el muerto de aquella mañana, sino por todas las palabras que aborto, que a veces ni pienso, y otras asesino tirándolas arrugadas a la papelera.
Y es que… el estudio es un teratógeno de primer nivel. Sólo me salen monstruos.
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