Llámame enero... llámame comienzo

Como los últimos suspiros de la noche, gases extraños, calientes, salen de las rejillas del mundo subterráneo.
Como un dragón a punto de despertar, exhalando pesadillas hirvientes. La madrugada muriendo, coletazos vistos entre intermitentes y cambios de carril, coches ansiosos por llegar al puesto de trabajo, el rebaño fluyendo al redil.
Así llega el día, uno de tantos que no logra despertar completamente, los cielos permanecen cerrados, y no se han enterado de que ya llegó una nueva jornada.
El sol se hace el sueco, se va a la francesa, hace novillos, huelga encubierta... Noches oscuras cosidas a días que no consiguen despegar. La lluvia tejiendo uniones que no levantan el ánimo, y todo queda como tiempo de continuidad inalterable, nosotros haciéndonos más viejos, y sin días que vivir. Qué inutilidad de fechas que no constarán en los recuerdos, sólo en el calendario, mis pasos condenados al calor del calefactor, pies muertos.Como un gigantesco zeppelín, la nube avanzaba con esa elegancia que portan los grandes, la de no fijarse en las pequeñas cosas, en la inmundicia en que desarrollamos nosotros la felicidad, y rápidamente nos la arrebatamos. Allá arriba, las cosas deben verse con superioridad. Y es que somos tan pequeños.

De pronto, el sol disparó misiles aire-aire, que hicieron diana y atravesaron aleatoriamente el grueso de la nube. El día estaba naciendo a las doce y media de la mañana. Fueron los primeros rayos del año. En la cara, filtrados por la persiana, me hicieron cosquillas. Y yo sonreí. La de enfrente me miró con susto por mi complaciente expresión. Yo la miré con leve lástima, ella sólo veía su propia sombra.

the smiles returning to the faces...

little darling, I feel that ice is slowly melting...

miércoles, 20 de enero de 2010 a las 12:08 p. m.

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