Vuelvo, como tantas otras veces
con la cabeza gacha, perdida,
¿o quizás es que no me fui nunca?
Yo quería ser mala, distinta,
con un insignificante gesto,
el sencillo roce de los dedos
arrastrándose por la mejilla,
invadir de miedo al enemigo,
imitando así al genial Don Vito.
Válgame dios, es que sin contrario
¿a quién puedo enfrentarme?...
Dejaron las batallas a medias
contra mis subversivas maneras,
nadie quedó con gana de pelea,
ahora el gallito del corral
sombra de lo que fue
(rastro oscuro que le queda grande),
que sin el Otro, es un pollo más.
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