Hay una torre rodeada de concéntricas rampas que asciendo, mareándome entre tus vueltas. Hay algo que lleva a ti, describiendo remolinos, tu núcleo es un imán que lo atrae todo dibujando vorágines, que me arrastra entre todas las esquirlas y polvo de hierro que viajan hacia tu centro. Tú unes todas las fuerzas centrífugas hacia mí. Tú soplas. Yo arrecio en mi capricho. Momento de la Fuerza, vectores contradictorios que estiran y comprimen a tu antojo. Me aferro a tus desquites, a tus malos gestos, me escurro entre las dos crestas de tu moralidad dividida, con mi ambigüedad me adapto a las difíciles formas que hay que tomar para creer todo lo que dices, me trago las palabras, mi opinión, lo que soy, sin problemas de digestión, nada de mí expongo en mi superficie, te muestro de mí lo más higiénico, abro bien los ojos y que el azul enfríe todo lo que se ha encendido… Y asciendo contra tu aliento que hace por despedirme con un hastaluego, siempre antes de tiempo. Y doy vueltas a tu ombligo, me coges de la mano y aceptas que siga adorándote, y en esa visión… nos paramos, y admiramos tu vida, me concedes el honor de hacerme fan de tu egocentrismo. Y cuando todo lo que tú Eres esté tan elevado, allá que subimos por una torre, a la que accedimos por unas gigantescas habas, que habían crecido en la coronilla peluda de la cabeza de un dragón, allá arriba, formando tu propia constelación, y yo uniendo tus estrellas para darles una forma correcta con mis líneas, contándote una realidad que no es, aceptas todo por bueno si te lo cuento con mi sonrisa… Entonces te diré que eres una farsa, que vives en un castillo en el aire, que todo lo tuyo es un Cuento, y bajo, desciendo, y casi me caigo por la torre que elevaste en torno a tu ombligo. Te quedarás en soledad, se desmontará tu chiringuito, erigido sólo por quien te ha creído, te darás de bruces con lo poco que has sido, y siempre te quedará la duda de si fue ficticio, no creerás nada de lo que te he dicho, y minaré tu confianza como tú minaste mi orgullo, que no ha tenido la oportunidad de ni sentirse herido.
Son mis planes de futuro… pero como suele pasar, nada es seguro.
Corde... Las venganzas rellenan mucho espacio y tiempo de la mente, y con este calor vienen bien los platos fríos. Como estrategia no está mal... lo que pasa es que luego se me va la mala leche, y suelo quedarme allá arriba en la torre, y no me doy el placer de ser yo quien abandone ese mundo.
... no me echas, yo ya me iba..
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5 Comments to "La torre de tu ombligo"