Sarah Vaughan - Smoke gets in your eyes
Llegó un momento en que todo resbalaba. Las bocas, visiblemente inflamadas de tanto rozamiento, ya no hacían por la perfecta congruencia; los besos, de tan constante redundancia en ellos, se habían viciado en sus formas y movimientos, la tuerca y el tornillo girando sin encontrar una posición firme y prieta; y los labios, imanes húmedos resbalando, presionándose, buscando sin satisfacción, con placer, el roce continuado. Sin saber a dónde acudir, qué más besar, cómo prolongar más aquel estado de excitación que ya pasaba de los términos de tortura, que iniciaba un camino sin fin de gerundios calientes.
Los cuerpos se turnaban entre lo horizontal y lo tangente de estar abajo o encima, y en un abrazo más vertical se adivinaba al otro lado una espalda cubierta por el esfuerzo, brillante, líquida, desbordada de sudor, al tiempo que dibujada con el caprichoso filtro de la persiana dejando traspasar luz de la tarde calurosa que acompañaba fuera. Justo en la contracción de un impulso, se concentraban pequeñas motas de sudor recorriendo la columna, y cuando el surco perdía el decente nombre, la mano barría hacia arriba todo curso vertical de las gotas conjugadas, y las uñas se cebaban con una piel tierna y blanca dejando las cinco líneas irritadas del deseo consumándose en movimientos, pentagrama que recoge la ansiedad como la melodía tormentosa de un adagio. Fuera… es decir, fuera de toda aquella mezcla de carne enfebrecida, la voz densa de la cantante absorbía los breves silencios entre suspiros y jadeos, empalagaba el sentido mientras las lenguas se paladeaban lentas y henchidas, todo prieto, constreñido, apenas lubricado por el sudor que bañaba de la forma más literal los cuerpos, y sólo así fluía el leve e intenso movimiento de rozarse, como dos inmensos engranajes, con las manos arrastrándose, deshaciéndose entre tanta humedad dispersa, nadando por fluidos, distribuyendo placer, lo más dinámico de dos almas apretándose en un abrazo diluido en un mar de líquido enturbiado por sensaciones, diluido en aguas del tiempo, un abrazo que explota a expensas del deseo acumulado, mientras la energía se evapora, el orgasmo desborda y el momento emana un calor que no traspasará la barrera hacia la consciencia, y quedará todo como un sueño.
Al mirarse, los ojos no pudieron decir que fue realidad.
Cordelia, jeje, lo cierto es que se dedican a las ciencias (sanitarias y económicas), así que de conjugar, más bien poco.
Al mirarse, no vieron nada que atara tanto gerundio a la realidad, tanta energía exotérmica se acaba por evaporar... quizás con el tiempo, se reflejen en un pretérito que sí pueda sustentar una ilusión verdadera.
Besos, Corde.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 Comments to "El Abrazo (nadando entre gerundios)"