Réquiem

RÉQUIEM
Me quedo con los cobrizos y amarillos otoñales. Me han enseñado la necesidad de caer, requisito indispensable, para brotar de nuevo en otros tiempos. Desprenderse la piel añeja, que tapa una cobertura impecable, impoluta, inmaculada, intocable… No lucho para no decirlo: estoy triste. Lucharé por no estarlo y poder sacar otra verdad de mí. A pesar de todo, sigo arrastrando mis harapientas experiencias, mi piel marcada, adherida sólo en ciertas zonas, despegada en tantas otras. A punto de caerse, sin caer aún.
Observo por el retrovisor las volteretas que deja el remolino de viento por el paso de coche sobre un manto de hojas caídas. Y tanto tiempo permanezco mirando el pasado, que en el chispeante presente, a muchos kilómetros/hora, me como oportunidades, la valla, la cuneta, el campo, árboles, animales… se me va el presente, o yo me voy de él, y todo por mirar por el retrovisor largo tiempo, a través del tiempo. Ya lo decía Machado… lo precioso es el instante que se va.

domingo, 22 de noviembre de 2009 a las 12:11 p. m.

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