Como golpes en el piano, de notas bemoles. La victoria pasa la factura con sus condiciones. El triunfo, la venganza, cobrarle su antigua desgana con el actual brillo pornográfico chispeando en sus ojos midriáticos. El triunfo suena a un soberbio movimiento ruso, y me permito mirar desde arriba, sólo unos instantes, justo antes de creérmelo, que palpita ese corazón por mis, ahora sí, antiguos Te Quieros. Espere un momento, quiero disfrutar como el animal más desdeñable y rastrero, de risas sardónicas y como mirada, un reojo virado con recelo. Espere un momento, que ambiente esto con mi amigo Sergio, la escena se merece un allegreto, necesito esa frialdad de mis norteños, para mirar desde lo lejos, desde la distancia más infinita, la del triunfo sobre los sentimientos. Hoy no cuento las sílabas, que le den a la métrica, hay tantos hiatos entre nuestros puntos comunes que jamás podré decir una palabra de corrido para enarbolar piropos bonitos.
Sergei, arráncate de moderato a vibrato, que truenen tus adagios, que desprendan todo lo que se descama en mis tejidos, hazme el favor, sin preludios ni descansos, que tiemble la desidia, por romanticismo ruso, que vuelva Lo Oscuro.
Leif Ove Andsnes interpreta el Concierto para Piano nº1, opus 1 de Sergei Rachmaninov, Primer Movimiento (Vivace). Y ya nada más se puede añadir. A partir de aquí, acaba la palabra y comienza el arte.
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