En su silencio he roto ruidosamente
mis cerámicas mejor valoradas,
si mis palabras fueran de porcelana
y mis párrafos juntos conformaran
estructuras bellas y delicadas.
Su silencio:
el de una amiga que calla,
el de un paisaje que
invita a no decir nada,
o el de un cementerio
un día sin onomástica.
Silencio, cuando de algo mucho sonido se esperaba,
por su importancia, por la fantasía que desbordaba,
y sin embargo, todo eco se ahogaba como en agua.
Acaso, ¿no debieran ser estruendosos
los ligeros y elegantes movimientos
del ave al volar? ¿y qué hay de los bellos
rayos del sol que tanto hacen levantar,
dios y dueño de lo que conocemos?
¿no deberían ser tronantes
sus coletazos en el viento?
¿qué, de la caricia mínima,
o el valor de Ser cada día?
Qué sucede con los susurros
que reducen sus decibelios
ambicionando ser silencio,
y tanto dicen. Qué transcripción
tendrían en el pentagrama
todos tus gestos y los míos,
aplastados por campanadas,
caos de bombas y su metralla,
gruñidos, música, alaridos…
Qué será de las heridas en La Luna
que no provocan su quejido.
Allá donde no haya aire,
allí donde muere el sonido,
allí donde pesamos menos,
donde no me importe decirte…
[te quiero.
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