Portugal I (viaje de ida)

Tratando de reunir toda la información que acumulé del viaje, compruebo que es normal el cansancio del final. Se puede comprender, viendo las numerosas cruces marcadas en los distintos callejeros, y no sólo por sus cruces, sino también por los desgastados bordes de los planos, rajados por algunas partes. Se nota que, globalmente, he viajado poco, porque aún tengo la intención de ir colocando los callejeros como pósters en mi habitación…

Salimos de Sevilla a eso de las doce y pico de la mañana. Llegamos a Oporto a las 22:30, y a las doce conseguimos llegar a la pensión. De esto, se deduce todo lo que nos perdimos en el camino, hecho que fue la tónica durante todo el viaje. Contando con que era preciso evitar las autovías principales para no pagar peaje (portagem: prepare pagamento), mis amigos tomaron nota de todas las vías alternativas, que en algunos casos incluían travesías por pueblos, comarcales, o ya cerca de Oporto, casi cien Km. de carretera saturada de camiones y semáforos. Tomar esas vías alternativas no fue sencillo, y fue indispensable dar hasta tres vueltas a una rotonda para, al final, seguir sin saber qué camino tomar, y acabar preguntando a una patrulla de guardia republicana, muy atentos por cierto. Claro está, estas travesías son mucho más ricas en detalles que ir por autovía, ya que atravesamos el corazón de Portugal, pueblos, costumbres, naturaleza, ganado… Es mosqueante la semejanza con mi Andalucía rural.

Nada más entrar en el país, llegamos a Elvas perdidos.

En plena plaza del pueblo, la chica de la Oficina de Turismo prácticamente nos dijo que no tenía ni puta idea, y que no tenía planos gratis, y que si queríamos comprar el que tenía allí, que mejor lo adquiriéramos en una gasolinera, que era más barato. Estuve por preguntarle quién la había enchufado allí. Desde allí, tomamos rumbo a Portalegre, y los olivos se sucedían con monte salpicado de ganado, aldeas de casas bajas, blancas y parroquianos dándole uso a los bancos. Ya dirección a Castelo Branco, Colvinha, Guarda (y cómo olvidar Lajeosa de los mondongos, por el río Mondego, y Celorico Tramposo, que no es sino Celorico da Beira y Trancoso, indicaciones que desechamos unos Kms. después, tras recurrir al simple método de ¿dónde se está poniendo el sol? Nos estamos desviando al sur…) por entonces el paisaje cambia el monte por el bosque, con menos ganado, y por entonces también, menos luz. Con las prisas de se-nos-está-echando-la-noche-encima, pasamos sin mirar mucho por Viseu, Albergaria A-Velha, y fue entonces, ciento y pico kilómetros antes, cuando por fin vimos el rótulo de Oporto por primera vez, una muestra más de lo mal señalizado que está todo, sobre todo las rotondas, y cuidado, que por lo visto los portugueses no ceden el paso al llegar a una de ellas, es como si vieran: circulen con normalidad… Las numerosas horas de trayecto nos pasaron factura al llegar a Oporto. Fue una odisea, por las malas indicaciones, porque no sabíamos dónde estábamos, y porque cuando lo averiguamos, no salía en nuestro mapa. La gente es muy amable, intentan ayudar a pesar de no saber mucho, y se hacen explicar fácilmente, otro asunto es ya encontrar la pensión en pleno centro de la ciudad. Todo eran tinieblas, pero lo conseguimos.


Castelo Branco

miércoles, 14 de abril de 2010 a las 12:57 p. m.

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