Rutinas Coixetianas II (de cobardes no hay nada escrito... sólo esto))

He estado esperando este día varias semanas, y cuando llega el momento en que se alinean los planetas y por fin te sientas a mi lado, por estricto orden de los hechos, sucede lo siguiente: no he podido continuar con la palabra que estaba escribiendo, lo he intentado y me ha salido una raya horizontal (como mi EEG en ese momento) y después se me ha quedado la mano totalmente floja, y no ha dejado de sudar durante una hora… UNA HORA ETERNA. Se me resbalaba el boli, ponía la p antes de m, las tildes en las consonantes y todas las “x” de luxación me sonaban a lo mismo… Que cada renglón era un tipo distinto de letra, y habrás pensado que tengo personalidad múltiple. Y si esto se ciñe concretamente a la escritura, no quiero menospreciar el resto de reacción simpático-adrenérgica que he sufrido. ¡Qué tortura! Un ejército de tics me ha abordado sin piedad, habrás deducido que tengo piojos, sarna, atopia, rinitis, blefaroespasmo, que soy alérgica al algodón y al poliéster, y si es 50-50%, mucho peor! Al papel, a vivir, y al aire que respiramos, que padezco de hemorroides, y de síndrome de piernas inquietas, de corea, y de ruidos extraños en general, que mi estómago no es una cavidad, sino un amplificador, que llevo 5 días sin ingerir sólidos, y que en lugar de lactobacillus, en mis tripas convive un monstruo que ruge como un felino.

Todo lo que he callado y no hice, ha salido como energía que se fuga en una olla a presión, en forma de calor, rubor, dolor y tumefacción… ¿los reconoces? Sí, cariño, los signos de la inflamación… ¡y qué inflamación! Y sé que no me miraste, cada día me topo con tu indiferencia, que sólo soy un bulto ocupando el asiento del lado.

Hoy no me acordé de la paz mundial, hoy vendería mi reino por unos minutos de amnesia global.

Las clases se acaban pronto, sólo cuatro días más. En otras circunstancias, lo celebraría y de qué manera… pero hoy ya te estoy echando de menos.




¿Sabes? Tengo en la mano un minúsculo papelito… hoy estuve a punto, más decidida que nunca, a colocarlo en tu coche. Siempre me acordaré de lo cobarde que he sido (el único recuerdo que se merecen los cobardes), un día tras otro, y cómo la vida juega con los que tientan la valentía desde la timidez más patológica. Pero hoy te fuiste antes, medio minuto antes que yo, y pasabas en tu coche, fijándote en cualquier otra cosa, mientras te miré con la sonrisa resignada, acariciando el papelito entre mis dedos, quizá enrollándolo inconscientemente, de alguna manera tendré que fumármelo.

viernes, 30 de abril de 2010 a las 5:36 p. m.

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