Algún día


Vicente Amigo - Bolero de Vicente.

Estuve unos minutos parada en ese sitio tan común donde nadie mira. En la parada de bus. No tenía intención de coger el bus, ni protegerme de la lluvia, dado el espléndido sol pre-navideño. Y el sol de diciembre es especial, eso dicen… dicen que es cuando más cerca está de La Tierra, pero cuando más tangencial cae sobre el hemisferio norte. Y así, mientras me acariciaba levemente un sol de soslayo, así percibía como inalcanzable mis metas. Mi meta. A punta de caramelo. Cerca, palpable. Tanto, como una mañana de prácticas jugando a ser médico, e incluso creerte que puedes llegar a serlo, algún día. Tanto, como notar que la amabilidad que desprendes rebota en el paciente, y la recibes por igual. Que los mecanismos se transforman en procesos, en cambios, y que el tratamiento muchas veces funciona. Así, tan patente que casi puedes rozar lo que se puede sentir ejerciendo la profesión.

Y, sin embargo…
… todo el sueño se detiene, corro, hacia la facultad, con la bata puesta, con mil cosas en los bolsillos, sorteando coches, personas. Corro y se me va el aliento. Llego al tablón de notas...

… llevo ya rato que no noto la gente a mi alrededor. En algún momento me he quitado la bata, porque no podía llevar encima todo el significado de vestir bata. Es difícil verse así. Con tanto recorrido, pero con mucho en el aire. Y en cualquier instante, un golpe contra la realidad desbarata las ilusiones, los proyectos construidos sobre un estúpido sueño de niña pequeña, meros castillos de naipes; hace mucho, mucho tiempo.
- ¿Y tú que vas a ser de mayor?
- Médica de niños

Lloré, porque era el momento de hacerlo. No por el suspenso, no por el esfuerzo, ni por el sacrificio, sino por la barrera, el muro que se levantaba, y que cercaba el sueño que yo había vivido esa mañana, justo unos minutos antes. Allí, en la parada de bus, mirando el hospital, quería absorber todas las posibles consecuencias, asimilarlas y devorarlas, y encontrar una solución, un algo que me conformara en tal insatisfacción.
¿Y cómo explicar lo que se siente con la Medicina? Cada cual tendrá una sensación , otros sólo un estímulo económico, social o familiar. Es tan complicado describirlo con palabras, que para mí sólo me sirve un símbolo... -->
Es mi dirección, el sentido que deben tomar las cosas, la flecha que indica mi camino. Siempre se me ha ofrecido cambiar de rumbo, pero no, la he sentido fija durante ya cinco años pasados, y en éste la estoy descubriendo más firme y consistente que nunca, lejos de los palos, fracasos, es un objetivo que nunca me ha decepcionado.
Conclusiones ya concluidas otras veces, visitadas en cada frustración, en cada suspenso grave. Es como rezar una oración hasta creérsela, remedarla tanto que el eco resuene en los momentos bajos, que se haga omnipotente, siempre presente.

Algún día.

jueves, 3 de septiembre de 2009 a las 12:29 p. m.

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