El cementerio

Hoy soy incapaz de escribir algo bueno. La inspiración me dejó plantada y haciendo autostop me recoge mi siempre fiel autocompasión. De ella me abrazo, en ella me cobijo, con ella me regodeo del exterior. El peor día para leer a M. Machado. El menos indicado para escuchar ese disco, encontrarme pisando mis pasos, atrás, de vuelta al cementerio de los recuerdos.

He suspirado y creo que me he quedado más vacía.

Inconforme pero aceptando el lado negativo de la realidad.
Harta de recortar fotos, de silenciar sonidos que me acompañaron. Y lo demás, todo quemado, hoy también es su día, el de todos los difuntos sentimientos enterrados y quemados. Pero adónde voy yo para conmemorarlos, dónde acudo. ¿Es mi corazón ese cementerio? Con todo lo que ha llovido desde entonces, las cenizas se han convertido en un mazacote de pasta grisácea revuelta que me recuerda a vómito.
No me asusta acudir a ese cementerio a visitar lápidas. Pero de todo, sólo va quedando nombres grabados, y lo que yo quiera hacer con el recuerdo. Hay quien no comprende que eso ya es parte de mi libertad, poder acudir al pasado cuando yo lo decida, en soledad y sin comentarios ni influencias, porque sólo yo sé lo que he dejado para recordar de cada historia. Intentar quebrantar esa libertad es imponerme la voluntad de otro. Ése no es el camino.


jueves, 10 de septiembre de 2009 a las 9:39 p. m.

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