Impecable por fuera.
Camisa de rayas, jersey que se ajusta al puño de la camisa, un par de centímetros más corto. Chaqueta o cazadora. Zapatillas, según la moda informal. Uñas perfectamente mordidas o cortadas, según el tiempo de espera. Gafas de pasta azul. Sin reloj de muñeca. Café cortado y dulce. Gracias. Cruce de piernas. Agitar cucharilla en sentido antihorario con la mano derecha, en sentido horario con la izquierda. Toque nervioso con el pelo cada minuto y pico. Toque nervioso en la barbilla. Movimiento repetitivo en la pierna, de tipo nervioso.
El manual del perfecto caballero inglés está desgastado. El tiempo, mis manos, y mis ojos cansados buscando una respuesta adecuada… (sin la “a”: educada) han amarilleado y apelmazado sus páginas, y viciado su antigua apertura aleatoria; ahora, unas entradas más buscadas que otras, muestran lo que más me ha costado aprender, lo que más he revisado.
Por su cuadrícula he cribado mis emociones, por sus páginas de doble raya he ido modulando mis expresiones, hasta domesticarlas, recortando trazos salvajes, engordando letras con pasto para rebaño, adoptando una caligrafía que destierra a todos mis rasgos.
[Fiel a mi bolsillo interno. ]
Predicador de las buenas maneras, gestos medidos y puntuales ironías. Corrección en los modales. Ajustando el tono de voz. Purificando el papel que desempeño.
Objetividad y lógica se distribuyen por la rutina como un entramado que depura sentimientos, aferencias y eferencias de un sistema lineal, en el que un tramo nunca volverá al presente, y siempre pertenecerá al pasado, y ese tramo, con una aferencia y eferencia, será desconectado de lo siguiente, que no estará influenciado por el subyacente, y podrá analizarse con objetividad y lógica, sin dramatismos. Como el profesor que corrige un examen sin tener en cuenta los anteriores, ni las horas que lleva en la tarea.
Qué idílico.
…
Camisa de rayas, jersey que se ajusta al puño de la camisa, un par de centímetros más corto. Chaqueta o cazadora. Zapatillas, según la moda informal. Uñas perfectamente mordidas o cortadas, según el tiempo de espera. Gafas de pasta azul. Sin reloj de muñeca. Café cortado y dulce. Gracias. Cruce de piernas. Agitar cucharilla en sentido antihorario con la mano derecha, en sentido horario con la izquierda. Toque nervioso con el pelo cada minuto y pico. Toque nervioso en la barbilla. Movimiento repetitivo en la pierna, de tipo nervioso.
El manual del perfecto caballero inglés está desgastado. El tiempo, mis manos, y mis ojos cansados buscando una respuesta adecuada… (sin la “a”: educada) han amarilleado y apelmazado sus páginas, y viciado su antigua apertura aleatoria; ahora, unas entradas más buscadas que otras, muestran lo que más me ha costado aprender, lo que más he revisado.
Por su cuadrícula he cribado mis emociones, por sus páginas de doble raya he ido modulando mis expresiones, hasta domesticarlas, recortando trazos salvajes, engordando letras con pasto para rebaño, adoptando una caligrafía que destierra a todos mis rasgos.
[Fiel a mi bolsillo interno. ]
Predicador de las buenas maneras, gestos medidos y puntuales ironías. Corrección en los modales. Ajustando el tono de voz. Purificando el papel que desempeño.
Objetividad y lógica se distribuyen por la rutina como un entramado que depura sentimientos, aferencias y eferencias de un sistema lineal, en el que un tramo nunca volverá al presente, y siempre pertenecerá al pasado, y ese tramo, con una aferencia y eferencia, será desconectado de lo siguiente, que no estará influenciado por el subyacente, y podrá analizarse con objetividad y lógica, sin dramatismos. Como el profesor que corrige un examen sin tener en cuenta los anteriores, ni las horas que lleva en la tarea.
Qué idílico.
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