Asincronía

En otras ocasiones, de los 22 otoños que he visto llegar en mi vida menos los que no recuerdo, el verano se despidió con una tormenta de las que llevan su apellido, a pesar de que en los santos asalte un último latigazo de calor cordobés. Otras, simplemente va bajando la temperatura. Aunque, como siempre, la asincronía de las temporadas textiles y la meteorología nos trastorna nuestro pobre sentido de la orientación, desde primeros de agosto, las tiendas sacan sus saldos, abotonadas chaquetas, pana, terciopelo, cuero, piel de leopardo, piel de lagarto, y continúan con los tonos marrones y demás para un otoño/invierno que inventaron hace dos años.
Desde mediados de agosto empiezan a bombardearnos con las interminables colecciones de fascículos (hágalo usted mismo y siéntase útil, desgraciado desempleado…, sí usted, el que no sabe cambiar los pañales de su bebé, podrá construir el auténtico coche de Alonso de esta temporada que no ganará, o la Armada Invencible que… bueno, ya sabemos lo que pasó, no hace falta hacer leña del árbol caído).
Los que sí cumplen con las fechas son las cadenas de televisión, las temporadas comienzan a la vez, los bodrios veraniegos los quitan a la vez. Ahora no, porque de la tele ya no me interesa casi nada, pero de pequeñaja me fastidiaba mucho eso, cuando era verano y podía quedarme hasta terminar la peli de la noche, se iban los directivos de las televisiones y nos dejaban con toda la reserva de la serie B, y las pelis buenas las concentraban justo al acabar las vacaciones… nos preguntan mil cosas en mil absurdas encuestas, ¿por qué no se cuestionan este tema en serio? Pónganse en el lugar de los que tenemos que madrugar, por favor. De nuevo, asincronía.
Corticoles me ha decepcionado este año, no me convencen los repipis vestidos a lo indiana Jones, no sé, es cuestión de coherencia, ¿no? ¿Dónde quedaron los uniformes de cuadros escoceses, el verde botella y rojo, las faldas plisadas, los náuticos, las camisas impolutas? Esto ya no es lo que era, ays, aquellos tiempos en los que los pijos eran pijos, y los demás éramos unos arrastrados, pero bueno, ¿no queríamos igualdad? ¿rebajar la diferencia social? Hoy, los jeans más sucios, desgarrados y arrugados son los más exclusivos, y los que salen inmaculados de la fábrica, nadie da un duro por ellos. ¿Dónde han quedado los roles? Pues toma igualdad social. La culpa la tienen el gobierno, por tanto derecho social, y los ricos por echarse a perder… ¿A quién tomamos como modelo la clase media? Si ahora la clase alta le ha dado por copiarnos, y sigue teniendo éxito! Nosotros llevamos los vaqueros desgastados desde que se inventaron, y no nos aplaudieron… no es justo. Ahora que los chinos nos han dado la oportunidad de lucir sus marcas, sus ropas, sus perfumes… ahora cuando podemos alcanzarlos por un precio asequible, se nos vienen abajo… Lo dicho, asincronía.
Un último apunte. Ahora que me estoy enamorando, ¿dónde se han metido las canciones de amor? Ahora… ahora que exhalo amor cada vez que suspiro, que necesito cursilería (mucha más) por mis venas, que acompañe mis versos, ahora que anhelo una balada empalagosa para saciar mi espíritu pasteloso, ahora, ahora que soy motivo de mofa por mi cara de bobalicona, ¿dónde están esos petardos convertidos en canciones que pringuen con su empachoso dulce el ambiente? Yo les diré, las están reservando, para el próximo fracaso de cualquiera. Me acribillaron con sus pasteleos en la última vez, cuando los besos en la TV me escocían, cuando los arrumacos me irritaban y me moría de envidia por todas esas manos cogidas, y justo entonces, salieron al mercado innumerables recopilatorios de baladas, con títulos babosos y repugnantes carátulas de parejas besándose, y las emisoras se los repartieron y me acosaron con sus “I will always love you” “I just call to say I love you” “Unchained melody” y demás mamarrachadas del romanticismo. ¿Dónde están ahora? No… este mundo no tiene sincronía.

viernes, 7 de agosto de 2009 a las 1:05 p. m.

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