Ayer no te lo dije

Crees saber lo que otros no. Quise creer en tu historia, una historia de cómo es la vida. Con tu historia quise aprender. Pero tu vida, la que contabas en tu historia, te quedaba ancha, a pesar de lo difícil que es eso. Adoré un mito, rescatándote de las profundidades del anonimato, difundí tu mote, nombre artístico y apellido. Ahora difundo tus mentiras, tus patéticas proezas, tu miserable experiencia.
La gente como tú disfruta dando consejos.
Entérate, estamos hastiados de recomendaciones, consejos, descuentos y ofertas de amistad, de advertencias y errores ajenos, de opiniones y críticas, de halagos y comentarios, hartos de ayudas que sólo quieren reconocimientos y la eterna coletilla de - ¿ves? Lo que yo te decía -.
Déjate de intentar ayudar a la gente, porque está cansada de los que lo saben todo como tú, y ayúdate a ti.
Me aburre la gente como tú, los “entendidos”, “sabihondos”, los reincidentes de lo repetitivo, los loros parlanchines, los “vividores”, los infieles celosos, los “enrollaos”, los violentos, los aburridos, los cansinos.
Sacias mi curiosidad por saber de ti, desbordas mi paciencia, devoras mi calma. Colmas el momento, cada vez que tu nombre sale del pasado en el que lo enterré.
Me cansa la pose de cubata, cigarrito y la historia de tu vida.
Ayer no te lo dije, pero me aburres.

lunes, 3 de agosto de 2009 a las 12:00 p. m.

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