Dire Straits I (de vuelta a casa)



La plasticidad de algunas canciones para ser invadidas por recuerdos puede resultar molesta, la canción pierde su identidad, y sólo es reflejo de una situación, de un olor, de un tacto, de unas sensaciones, pero todo amañado por el pasado, un pasado que quizás no es el más indicado para este presente. Muchas quedan impregnadas por el momento, y en eso se quedan, en atisbos de lo que fue, chispazos, en recuerdos, nostalgias y sonrisas resignadas de vagas ilusiones que un día lo fueron todo. Son esas canciones, discos enteros que acompañan a fotos, detalles, letras.
Por suerte, tengo a los Dire Straits. Quizá sea de los sonidos, el que más íntegro se mantenga a lo largo de mi vida. No por eso es mi favorito, ni es imprescindible en mi coche, ni frecuenta mis oídos. Pero cuando pretendo recuperar algo perdido entre mis ficheros, reciclarme y limpiarme de factores externos, orientarme en la dirección que llevaba hasta entonces, encontrar esos puntos suspensivos que, al seguirlos con una línea recta, dibujan la flecha de mi brújula - - - - à cuando ocurre que te desviaste por alguien, y ves que no mereció la pena, que ese camino no era el tuyo, vuelves atrás, sobre tus huellas, hasta ese punto de inflexión, donde se reúne lo auténtico de cada uno, y te sientes en casa, y prestas atención un instante.. y sí, están sonando los Dire Straits. Un sonido de vagabundos y trotamundos, sí, un country rodado sobre la carretera… y en eso pienso, en el rodar del coche, de noche, las luces deambulando a cada metro, introduciendo un poco más de camino, poco a poco, para que no te atragantes, así, tranquilamente, devorando con calma el trayecto, suave… no tiene un ritmo frenético, los pasos, las emociones se van instalando como esos puntos suspensivos que ansías, como las migas de pan de pulgarcito, y te llevan de regreso a la esencia.

martes, 11 de agosto de 2009 a las 11:45 a. m.

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