Sonríeme como si se te fuera la gracia por la boca,
carcajéate, hínchate de satisfacción, ahí detrás,
cacho de cobarde, en tu cloaca, sucia rata sebosa,
te digo que te retuerzas de la risa orgullosa
que produce la victoria cuando es mía la derrota…
Estás lejos, pero te huelo las intenciones, y sabrás
que nada más rozarme una de tus flechas venenosas
caeré, fulminada, del Deseo contenido, sin ser vertido,
que te llevarás tú, como tormenta devastadora,
y ya no querré volverme a ver en el espejo…
Hagas lo que hagas… no me hables, soy sorda,
estoy coja, gorda, fea… por dentro, horrorosa,
por dentro; no me cures la locura de creerme loca,
todo por no escuchar tus palabras, prefiero las mías,
desordenadas, incoherentes, ideas voluptuosas,
voluptuosidad la de tu forma, silueta maravillosa…
¡No te me acerques! que ya no sé qué hacer,
si despedirme de mi último reflejo de sensatez
sabiendo que vienes a por mí, pasado irreductible,
que no se quiere rendir, que vuelve otra vez,
y no te enteras que prefiero obviarte, olvidarte,
que tú y yo no iremos a ninguna parte
que con mil piedras que me tendiste yo tropecé,
cómo suplicarte que no quiero volver a caer,
mala influencia, polo opuesto, mi dulce extremo…
Mírame en que me convierto, manos en garra
de imaginarte, trago, pero la saliva se me resbala,
recordando la desnudez, mi mano en tu espalda.
Aléjate, que te noto cerca… aléjate, no vengas más,
Porque… ¿qué es lo que quieres despertar?
Ni lo sabes. Déjame con esta locura eventual
de pensar que nunca has existido, ni tu moral,
ni tus caprichos, ni tus devaneos, ni tus besos.
Déjame aquí sola, creyendo que no vencerás;
o si la victoria ya celebras con champán,
permíteme unos momentos con mi soledad,
la echaré de menos, cuando navegue en tu mar
acompañada de mentiras, dudas, promesas, y luego...
Luego nada más.
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