Ésta es la peor noche para escribir. La letra me sale tan bonita, que sólo la forma me tiene absorbida. Pensando en eso, caigo en que hace tiempo que no te dedico alguna poesía. ¿Qué puedo decirte? Te he dicho – adiós – tantas veces que perdió su significado, parece que siempre suena a un – volveremos a vernos -, parece que tú y yo nunca nos despediremos de veras, que tu indiferencia nunca es suficiente. La próxima vez que agite mi mano me sentiré más tonta todavía, sumado a la cara de idiota que se me queda siempre que el silencio sólo me trae ecos del pasado, y no tu risa, que tan grácilmente (no existe para la RAE, pero no hay otra manera de describir cómo adornas el día) alegra el presente.
Es entonces, cuando las rebajadas y pisoteadas ilusiones que te dediqué temporalmente, una vez más, retornan a las estanterías de los saldos, del “tiramos la casa por la ventana” o del “niña, que me lo quitan de las manos”, de los zapatos número 39 sin compañero, de la muñeca sin envoltorio, de la bolsa de snack abierta…sí, de nuevo cuelgo el cartel de liquidación… de ilusiones.
No creas que será fácil que en una venidera ocasión surja algo satisfactorio de rasparme el corazón, te digo que buena pinta no tiene. Las esquirlas se me amontonan como serrín, y a veces se cuelan en los ojos… y dan ganas de llorar, por las esquirlas, claro está.
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