Quisiera decir cosas y que no fuera yo quien las dijera, que no me giraran la cabeza cuando se pronunciasen… sólo es pura necesidad de decirlas. A veces me gustaría decir cosas que ya salieron de los labios de otros, me las robaron y ya no las diría, por el hecho de haber sido dichas. Otras veces, no dispongo de todo el tiempo que quisiera para pensarlas y poder decirlas; y sin embargo, hay palabras tras largos silencios pensados, con prolongadas pausas entre ellas, dejando un inquietante silencio después. Hay frases rápidas, unas por no dejar espacios para pensar y atolondrar al que escucha, otras por una verborrea que liquida la atención del que escucha, atropellado como en las colisiones en cadena, entre palabra y palabra.
La expectación que solicitaba antes, por amor propio, por sentirme leída, ni mucho menos comprendida, nada más lejos que admirada, hoy esa sensación ya no va sola, y entiendo que va a la par de la presión, no por mejorar, sino por cuidarme de poner mi carne en este fuego, porque hay quien desea ver algo verdadero con tal de comérselo, y bien es cierto que somos prisioneros de nuestras palabras, y así me siento yo hoy, presa de lo digo, y se pueda interpretar.
Dado que no puedo influir en el grado de madurez del que no quiere madurar, ahí dejo a los que quieran permanecer en el País de Nunca Jamás, con sus pataletas y su sentimentalismo barato, sin querer hacer daño, pero no puedo evitar que se pinchen con un cactus.
La expectación que solicitaba antes, por amor propio, por sentirme leída, ni mucho menos comprendida, nada más lejos que admirada, hoy esa sensación ya no va sola, y entiendo que va a la par de la presión, no por mejorar, sino por cuidarme de poner mi carne en este fuego, porque hay quien desea ver algo verdadero con tal de comérselo, y bien es cierto que somos prisioneros de nuestras palabras, y así me siento yo hoy, presa de lo digo, y se pueda interpretar.
Dado que no puedo influir en el grado de madurez del que no quiere madurar, ahí dejo a los que quieran permanecer en el País de Nunca Jamás, con sus pataletas y su sentimentalismo barato, sin querer hacer daño, pero no puedo evitar que se pinchen con un cactus.
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