- Oficina de los deseos, ¿qué desea?

Estuve esperando un buen rato. Seguramente pasarían miles de Perseidas ante mis narices, pero no vi ninguna. Ninguna que se dignara a ofrecerme un deseo, inalcanzable como ellas, que se me salía de los labios, preparado para ser disparado, fuerte y veloz, para que se enganchara a la cola de una estrella fugaz, y fuera llevado así hasta la oficina de “Deseos por cumplir”. Nada de eso ocurrió. Se me quedó en los labios, rulando por la boca como cualquier miguilla sin masticar. Como siempre pretendo sacarle puntilla a todo, no me explicaba que la noche en la que la magia se desborda, durante tanto tiempo, la magia se me negara. Lo intenté con el abracadabra, cruzando dedos, manos y pies, incluso la mirada; conté hasta tres, hasta diez, hasta cien… Quizá es que ninguna estrella quería llevar mi cometido. Como todas, pensarán que no me conviene. Si ya lo sé; sólo quería agotar las vías burocráticas.

sábado, 3 de octubre de 2009 a las 6:44 p. m.

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